El constante aumento de los casos del espectro autista en el mundo, que ha llegado a la prevalencia de uno cada 150 niños en 2007 y que sólo en los EE.UU. afecta a 20 millones de niños por año, desafía las teorías que tratan de explicar hoy esta misteriosa condición que desconcierta a todos, y que lleva a la pregunta de cómo se forma la mente. "Es un trastorno del desarrollo que implica una alteración en la evolución del cerebro y de la mente, con consecuencias en tres áreas: la comunicación, la socialización y la conducta", define Christian Plebst, coordinador de la Clínica de Autismo y Trastornos Generalizados del Desarrollo de Ineco.
Hoy se concuerda en que hay una predisposición genética, pero también se asume la participación de fallas de los sistemas metabólico, inmunológico y neurológico. Hasta existe una teoría biomédica que sostiene que algunas de esas fallas derivan del no amamantamiento, dado que es sabido que la leche materna refuerza el sistema inmunológico del bebé.
¿Una mente atípica?
Plebst recordó que el bebé siempre busca la mirada de la madre y que es a través de la devolución de esa mirada que puede dar coherencia a las emociones que va memorizando. Es cierto que muchos chicos autistas lo son de nacimiento, pero otros son diagnosticados después de los 18 meses de vida. "A veces son muy tranquilos, pasan un año sin demandar estimulación. Así entrenan su sistema visual sin mirar a la madre. Y al no desarrollar los circuitos del lenguaje corren el riesgo de hacer una regresión. Después de tres años de fracasos en la búsqueda de la comunicación, estos chicos se aíslan. Del resultado de estas investigaciones deriva la necesidad de fortalecer las cualidades de la crianza", sostiene el especialista.
Plebst citó al especialista canadiense Laurent Mottron, quien en 2008, en Buenos Aires, polemizó con la psiquiatría oficial al sostener que "el autismo no es una enfermedad sino un modo diferente de procesar la información". Al respecto, declaró que el niño autista tiene mayor percepción de los detalles, pero tiene una capacidad y velocidad reducida para el razonamiento conceptual. Es decir que no puede manejar ni procesar mucha información al mismo tiempo.
"Una teoría basada en la neurodiversidad afirma que el desarrollo atípico del sistema nervioso es una diferencia humana normal que debe ser reconocida y respetada", sostuvo Plebst.
Como siempre, cuanto antes se haga el diagnóstico, mejores son los pronósticos. Por lo general, son los padres los primeros en notar la dificultad para alcanzar los hitos de desarrollo normales. Algunos describen a su hijo como diferente desde el nacimiento, mientras que otros lo describen como un niño que fue desarrollándose normalmente y luego comenzó a perder habilidades adquiridas. Los pediatras son quienes tienen un rol central en la detección precoz, ya que son los primeros en ser consultados.
Como no se conoce la causa del autismo, ni existe una cura definitiva, tampoco existen, por el momento, medidas de prevención ni un tratamiento único que sirva para todos. Lo más aconsejable es un tratamiento personalizado, donde participen los padres, los profesionales de la salud y los maestros.